IA: Ética, Política y Economía.

Breve Reflexión Y Repaso Sobre La Inteligencia Artificial Y Su Impacto Sobre La Política, Economía Y Ética

En los últimos meses se ha estado hablando y debatiendo mucho acerca de la Inteligencia Artificial (IA). Algunos de los comentarios más escuchados sobre la IA son, “la inteligencia artificial dará pie a nuevas formas de desinformación” y/o “la inteligencia artificial y la robotización nos quitará fuentes de empleo.” Es así entre otras preocupaciones, unas más cerca (o lejos) de la realidad, que otras. Es importante reflexionar acerca del impacto que puede tener a futuro la IA en la sociedad ya sea en cuestiones políticas, económicas, culturales y éticas. 

Existe hoy un gran desafío y se encuentra en mesa de debate en muchos países del mundo la regulación de la IA, con el fin de evitar abusos de herramientas que utilizan dicha tecnología. Hoy en día existen claros ejemplos de que la IA puede ser utilizada para desinformar generando “fake news” en forma de “deepfakes” (imágenes, voces, videos que parecen reales), lo que puede ocasionar serios problemas de credibilidad al momento de demostrar inocencia o culpabilidad en una cuestión judicial o legal. De la misma forma, la IA en campañas electorales, pueden ser mal utilizadas creando escándalos a merced de los votantes.

Entre otras cuestiones, existe una preocupación de otra mala utilización de la IA, esta vez por los gobiernos con tendencia autoritaria. Sabemos que la IA avanza día a día a una velocidad abrumadora, por lo que cada vez estará más presente en ese aspecto. En ese sentido, si esta tecnología llega a manos equivocadas puede ser utilizada como forma de control a los individuos atentando directamente a la libertad de los mismos y a los derechos humanos.

Al inicio del artículo, mencionaba la preocupación que existe sobre que la IA reemplazará puestos laborales. Sin embargo, la economía a través de evidencia histórica nos demuestra que esto no es totalmente cierto.

En un mundo cada vez más conectado y tecnológico, surge la pregunta, ¿puede la inteligencia artificial y la robótica dirigir una economía sin la participación, la conciencia, y la cooperación humana? Aunque estas tecnologías han impulsado el crecimiento económico, no poseen la capacidad de planificar y dirigir una economía de manera autónoma, ni tampoco generan desempleo tecnológico a nivel global.

La Fundación Carnegie para la Paz Internacional señala que algunos países tienen una posición privilegiada para participar en la competencia de la IA. No obstante, esta afirmación pasa por alto un aspecto fundamental: las economías productivas tienen una mayor capacidad de adaptación a los cambios tecnológicos que las economías no productivas. 

Las empresas que adoptan la IA y la robótica logran reducir los costos de producción, disminuir los precios y estimular la demanda. Esto, a su vez, impulsa el crecimiento del empleo a medida que aumenta la demanda y, en consecuencia, la producción. 

Para comprender mejor el impacto de la tecnología en el empleo, podemos reflexionar sobre casos del pasado. Anteriormente, los administradores de oficina carecían de habilidades informáticas, la introducción de las computadoras de escritorio no eliminó su empleo, como se temía inicialmente. Por el contrario, la tecnología ha generado nuevas oportunidades laborales desde su incorporación en el entorno laboral. Hoy en día, llevamos computadoras en nuestros bolsillos, y tanto empleados como empresarios utilizan una amplia gama de dispositivos tecnológicos para comunicarse y ser cada vez más productivos.

Como mencioné en un inicio, la IA evoluciona a pasos agigantados. Es necesario y urgente educarnos sobre ella para darle un adecuado uso responsable, frente a las cuestiones negativas que personas (o gobiernos) maliciosas aprovechan de ella. 

Como última reflexión, la ética es fundamental para cualquier creación del ser humano, y la IA no se encuentra excluida. Definiendo ética, nos referimos a los principios morales que rigen el comportamiento de una persona o la realización de una actividad. De esta manera, podemos decir que la IA no es humana, no posee moral, conciencia, ni empatía, que son fundamentales para la ética. El desarrollador detrás de la IA es el único que posee la brújula moral en la cual puede establecer en su producto que está bien y que está mal.

Por lo tanto, si un desarrollador tiene una moral baja, es probable que tenga malas intenciones, lo cual se refleja en su producto (IA), de la misma manera en viceversa. Pero es necesario entender que no siempre será así, puesto que la IA no está programada, sino entrenada. Esto significa que podría ser creada con buenas intenciones, pero aún así podría derivar en algo moralmente desaprobado o perdurar de manera diferente a lo esperado.

Entonces, es muy necesario tener presente la ética tanto en el desarrollo tecnológico como en la interacción del usuario que la entrena, ya que, si el usuario le da un mal uso, la IA puede emitir respuestas sesgadas y llegar a expresarse con connotaciones discriminatorias, prejuiciosas e incriminadoras.

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