The Culture of Freedom

Ver abajo para la versión en Español de este artículo./ See below for the Spanish version of this article.

For most of its recent history, Latin America has been the cradle of the cruellest face of collectivism. From fascist dictatorships to even more cruel socialist dictatorships, collectivism has always been there as the enemy of freedom. Therefore, the question arises: “Are we doomed to stay in this collectivistic state forever?”

Before answering this question, it is necessary to define what culture is. The anthropologist Bronislaw Malinowski gives us the following definition:

“Culture is an integral composed of partly autonomous, partly coordinated institutions. It is integrated on a series of principles such as the community of blood through procreation; the contiguity in space related to cooperation; the specialization in activities; and last but not least, the use of power in political organization. Each culture owes its completeness and self-sufficiency to the fact that it satisfies the whole range of basic, instrumental and integrative needs.”

Studying culture in a functional way, we come to the conclusion that the institutions that  developed on our continent, are responsible for the collectivism flourishing in the region. These institutions should not be seen as abstractions that exist for no apparent reason, as they are created by the needs of the group of individuals that make up society. There are two types of culture: the individual one, which is the driving force for the development of the society and in which material and non-material elements are implicit, and the universal culture, which is is made up of the common traits of individuals. In Latin America we have successfully created an institution which we can call “war against those who produce”. Because of this, socialism became a tumor on the body of Cuba’s nation. So socialism took over Cuba, and thanks to this leverage, which was used in Venezuela by a resentful leader. He came to a position of power, and led society to the path of resentment, which prompted the development of socialism and was able to inspire collectivism in different parts of the region, such as Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Argentina and Brazil.

In light of this, the result was more or less similar to what the philosopher and historian Ayn Rand predicated about results of socialism in 1961:

“In more fully socialized countries, famine was the start, the insignia announcing socialist rule—as in Soviet Russia, as in Red China, as in Cuba. In those countries, socialism reduced the people to the unspeakable poverty of the pre-industrial ages, to literal starvation, and has kept them on a stagnant level of misery.”

Today we see the evidence of that in Venezuela in particular, where people have to go through trash in order to find something to eat. Death, destruction and insecurity are the only legacy of 21st century misery that is socialism with its leader Hugo Chávez.

Nevertheless, in the face of this misery a new need appeared. And this need is Freedom. This is the only institution that is able to get society out of the abyss of misery that is created by socialism. We can observe this institution becoming more powerful in Argentina, with the defeat of collectivism and resentment by Cristina Fernández de Kirchner; in Peru, where the President is Pedro Kuczynski, who proposed liberal reforms at the economic level; in Bolivia, where citizens opposed the idea of the second term presidency for a communist Evo Morales; Brazil where Progressivism was unmasked for what it really is, the center of corruption, and where Dilma Rousseff was impeached; and Venezuela, where the clear liberal idea of moving forward to Freedom, and leaving socialism, from which the country suffers, is still alive.

The culture of liberty is something people in the region demand, cry or even fight for. And where people stand against such an evil institution as “the war against those who produce”, new virtues develop: the virtue of independence, which tell us that we should not sacrifice our personal convictions because of the desires of others; the virtue of integrity, which tells us that the reality should never be falsified in any way; the virtue of honesty, when no one will seek for or grant others something he has not earned, neither material, nor spiritual things; the virtue of justice, which means that no one will desire results without consequences and that no one should act without assuming full responsibility for the results; the virtue of productivity, that liberates people from dependence and makes them free; and the virtue of pride which we everyone can see as his greatest moral achievement.

Freedom: our desired but not yet acquired need, will win over not only socialism but also populism. We will see again that democracy is not only about holding elections, but also about personal dignity, justice and liberty. But freedom, when it is acquired, must be guarded and protected from its enemies, which are socialism and collectivism.

Anderson Riverol (Venezuela) is graduated from Simon Bolívar University in Foreign Trade. He is member of the Vente Venezuela’s National Training Team and has been an active contributor to the Latin American Program of the International Federation of Liberal Youth (IFLRY).

-Spanish version-

Latinoamérica en la mayor parte de su historia resiente ha sido cuna de la cara más cruel del colectivismo. De las dictaduras de corte fascista, hasta las más cruentas de corte socialista, el colectivismo siempre ha estado presente en nuestra historia como enemigo de la libertad. Lo que nos lleva a la pregunta ¿Culturalmente estamos condenados al colectivismo?

Antes de responder esa pregunta, es idóneo definir realmente qué es la cultura, por lo que yéndonos a la ciencia que estudia la cultura, la antropología, encontramos que Bronislaw Malinowski nos indica:

La cultura es un compuesto integral de instituciones, en partes autónomas y en parte coordinadas. Está constituida por una serie de principios tales como la comunidad de sangre a través de la descendencia; la contigüidad en el espacio, relacionada con la cooperación; las actividades especializadas; y el último, pero no menos importante principio del uso del poder en la organización política. Cada cultura alcanza su plenitud y autoeficiencia por el hecho de satisfacer el conjunto de necesidades básicas, instrumentales e integrativas.  

Viendo la cultura de forma funcional, las instituciones que en nuestro continente se han desarrollado han sido las responsables de que el colectivismo florezca en la región. Estas instituciones no deben verse como abstracciones que existen sin razón aparente, ya que estas instituciones son creadas por las necesidades del conjunto de individuos que integran la sociedad.

La cultura puede dividirse en dos, en la cultura individual, que es la que desarrolla las sociedades y dentro de ella están implícitos los elementos materiales y no materiales, y la cultura universal que son los rasgos en común entre las individuales. En Latinoamérica habiéndose edificado con éxito una institución que podemos denominar como “la guerra contra quienes producen”. Así el socialismo enquistado en Cuba y gracias al apalancamiento que encontró en Venezuela con un líder resentido que llegó a una posición de poder y llevó a la sociedad al camino del resentimiento que motiva el socialismo y pudo colocar sucursales del colectivismo en varias partes de la región como Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Argentina, Brasil.

Ante esto el resultado fue el mismo en mayor o menor medida, similar al que en 1961 la filósofa e historiadora Ayn Rand alertaba al ver los resultados que deba el socialismo:

En los países más radicalmente socializados se comenzó por la hambruna, el signo característico que preanuncia la dominación socialista, como ocurrió en la Rusia soviética, en la China comunista, en Cuba. En esos países el socialismo redujo la población a esa pobreza indescriptible propia de las épocas preindustriales, literalmente a la inanición.

Hoy vemos sobretodo en Venezuela evidencia de esto, donde las personas hacen colas en la basura para ver si encuentran algo de comida, y la muerte, la desnutrición y la inseguridad es el único legado de miseria del socialismo del siglo xxi y su propulsor Hugo Chávez.

Sin embargo, ante esto una necesidad nueva se vislumbra ante la miseria, y esa necesidad es la de la Libertad, y esta es la única institución que puede sacar a una sociedad fuera del abismo de miseria que el socialismo construye. Incluso esta institución puede verse como está tomando fuerza en Argentina con la derrota del colectivismo y el resentimiento que representaba Cristina Fernández de Kirchner, en Perú donde al ganador es quién propuso más ideas liberales a nivel económico Pedro Kuczynski, en Bolivia donde los ciudadanos expresaron su desacuerdo a otra postulación del comunista Evo Morales, Brasil donde el Progresismo fue desenmascarado como lo que realmente es, el centro de la corrupción y Dilma Rousseff fue destituida constitucionalmente y Venezuela donde se vive un claro sentir liberal de transición hacia la Libertad muy alejado de ese socialismo que ha empobrecido al país.  

La cultura de la libertad es lo que en toda la región se clama, se exige y hasta se lucha. Y donde en contra de una institución tan nefasta como es “la guerra contra quienes producen” se exaltan nuevas virtudes como: la virtud de la independencia, que nos dice que nunca se sacrifican nuestras convicciones personales por los deseos de otros; la virtud de la integridad, que nos expresa que jamás se falseará la realidad de manera alguna; la virtud de la honestidad, donde nunca se buscará o concederá lo no ganado he inmerecido, ni en materia o espíritu; la virtud de la justicia que significa que nunca se debe desear efectos sin causas, y que jamás hay que dar origen a una causa sin asumir plena responsabilidad de su efectos; la virtud de la productividad que libera a las personas de la dependencia y los hace libres; y la virtud del orgullo que es el derecho de uno mismo a considerarse como valor máximo.    

La Libertad, nuestra necesidad más ansiada y aun no conquistada, triunfará no sólo al socialismo, sino también al populismo, Volveremos a ver la democracia como aquella que no sólo habla de organización de elecciones, sino de Dignidad del hombre, Justicia y Libertad. Pero la libertad cuando sea conquistada debe ser vigilada y protegida de sus enemigos, que son el socialismo y el colectivismo.

Anderson Riverol (Venezuela) es graduado de la Universidad Simón Bolívar en Comercio Exterior. Es miembro del Equipo Nacional de Formación de Cuadros de Vente Venezuela y ha sido activo colaborador del Programa para América Latina de la Federación Internacional de Juventudes Liberales (IFLRY).

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